El Petate ha existido desde la época Precolombina, cuando adornaba casas de reyes, pero en el transcurrir del tiempo ha pasado a ser parte de las costumbres del país y se le encuentra en las más humildes viviendas.
Ese trenzado de tul tan
peculiar y versátil tiene siglos de existencias. Sus orígenes se remontan a la época
Precolombina, cuando era símbolo de poder y realeza y que se le conocía como
pohp o pop en lengua maya, y petate en náhuatl.
Representaciones que se han encontrado de la cultura maya muestran al petate como una pieza especial, se habla del Señor de Petate, quien tenía motivos de este artículo, y era aquel que no se sentaba en el suelo directamente sino sobre un asiento especial, cita el libro Historia General de Guatemala.
El petate también aparece en elementos decorativos reales, como pendientes, cinturones y otros accesorios. "También se le encontró en tronos y en paneles. Es motivo común en varios altares de Tikal", según refiere el documento. Un pendiente con el petate colocado de forma horizontal en el cuello puede indicar que el que lo llevaba era un ser sobrenatural, ya que al parecer solo los dioses lo usaban de esa manera.
Miguel Angel Asturias lo menciona en su obra Hombres de Maíz: "El petate, esterilla de palma o tule utilizada por todo campesino guatemalteco, puede ser también símbolo de la autoridad de Gaspar como cabeza de la humanidad".
El PETATE es una de las
artesanías más antiguas que aún sigue vigente en nuestros días, a pesar de que
su uso es un tanto escaso.
La labor artesanal del petate es un trabajo poco valorado. Según Juana López García, de 85 años, por un petate pequeño que le lleva dos días de trabajo, como para la cama de una niña o niño, recibe 10 quetzales.
En muchas regiones del país, les pagan unos 30 quetzales por un jornal de trabajo de seis de mañana a cuatro de la tarde y las mujeres tienen que tejer petates, que les lleva entre tres a cuatro días y hasta una semana, para que les paguen alrededor 25 quetzales por cada pieza.
Comprar directamente a las y
los artesanos no solo ayuda a su economía y subsistencia, también estimula la
conservación de los conocimientos artísticos comunitarios de la región Ch’orti’
que también son heredados a sus hijos, hijas, nietos y nietas.
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