OIR Y DECIR, MISA
Martín Valmaseda
Esta vez lanzamos a voleo unas palabras con significado distinto según sean sus complementos. Son hoy dos verbos con muchas aplicaciones. Verán: las palabras que vuelan con alas desplegadas sobre ustedes son OIR y DECIR, Pero junto a ellas pongan la piadosa palabra MISA.
¡Ah claro! dirán ustedes. Oír MISA... DECIR MISA... Unos la oyen y otro (casi siempre uno sólo) la dice.
Pero no nos gusta. Suena bastante mal, que uno sólo diga las palabras de esa ceremonia mientras los demás se limitan a escuchar lo que dice el único que habla, vestido con extrañas ropas, es un poco aburrido. ¿no les parece?
Y, además, el que habla se repite mucho y los que oyen también dicen unas pocas palabras, siempre las mismas: "Y con tu espíritu! “, y, sobre todo: Amén, amén, amén ...
Para que les resulte la misa menos aburrida los que la OYEN también cantan. Aunque a veces cantan mentiras, por ejemplo, dicen: "alrededor de tu mesa" pero no están, alrededor de la mesa. Allí está sólo el cura. Los demás están a 5 metros de la susodicha mesa o más lejos todavía.
Para acabar de estropearlo se emplea en la misa otro verbo misterioso que es CELEBRAR. ¿Quién celebra? Unos dicen que el que “dice" la misa. Ese mismo es el celebrante. Pero otros dicen que no, que CELEBRAMOS TODOS los que vamos a misa. Eso me parece bien. Que es lo mismo estar junto a la mesa de la misa vestido con ropas especiales o estar con la ropa normal a cinco metros de la mesa de la ceremonia. si estamos atentos rezamos y cantamos celebramos igual que el cura que preside. Sin embargo, hay curas que si no son ellos los que presiden les parece que entonces no celebran. Eso es producto de lo que tanto ataca el Papa Francisco: el clericalismo de los clérigos.
Y si el, cura no PRESIDE le parece que NO CELEBRA.
Por eso lo que al principio los primeros cristianos llamaban FRACCIÓN DEL PAN ahora al celebrante le da miedo partir el pan y no sabe el pobre si eso que llama sangre se derramó por muchos o por TODOS.
Por eso al final de la llamada MISA, el que se cree celebrante dice “pueden irse en paz" y los que le oyen dicen: off... gracias a Dios (que ya terminó).
Y por todo esto eso el clérigo clerical sigue diciendo la misa él solito y que los oyentes sigan oyendo, pero no entendiendo eso que él hace allá arriba en ese altar que empezó siendo mesa de comedor.
Tendría que venir Jesús de Nazaret a las parroquias y decirnos:
Vengan acá muchachos y señoritas señoras y señores, busquen una mesa donde quepan todos alrededor, traigan pan de verdad (no pastillitas) y vino bueno... y algo sólido que puedan llamar santa cena o comida ... Quédense en silencio un rato pensando lo que hicimos en mis tiempos mujeres y hombres alrededor de esta mesa. Luego ahora, en este siglo XXI: oigan todos y digan todos. Celebran todos.
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